Oscar Botero Pérez 2010-09-16 14:12:41
La muerte es el olvido. Apegados a esto que llamamos vida, evitamos a toda costa, desaparecer. La impronta de nuestra presencia es fundamental. Llegar a la soledad total significa que el último pequeño hilo se ha roto. En unos cuantos años todo rastro de nuestra presencia sera puro olvido. Una foto, una labor, un monumento, cualquier ancla que permita a la memoria de los humanos rastrear la presencia de algún ser. Ante el infinito se va desdibujando.
Ahora somos fantasmas con alma y cuerpo.mañana seremos memoria deformada. Después seremos olvido. A veces persiste algún mito que nada tiene que ver con su origen..
Los individuos que pintaron las cuevas de Altamira son lejanos fantasmas cuya presencia trascendió con sus animales fijados en esas paredes. Los últimos suspiros de unos fantasmas que alguna vez tuvieron cuerpo, mente y manos para dejar su testimonio.
Y ahora es el turno. Nuestro turno.