FERNANDO RODRIGUEZ ROJAS 2006-10-18 05:15:00
Veamos el significado de esta palabra en lenguaje artístico:
Copia: “Reproducción exacta de una obra artística” (o “milagro a mi modo de ver”) (Diccionario Lengua Española Vox).
Las artes plásticas, tienen una distinción especial, por el solo hecho de que las obras son únicas, esta propiedad las hace vulnerables, y permite que muchos “artistas” sin escrúpulos, se dediquen a realizar copias de otros artistas, a cambio de dinero. Claro que la copia no será nunca igual al original, ya que por mucho talento que tenga quien la realiza no será copiada de una forma exacta y si se acerca un poco, para eso están los peritos o conocedores, para decidir el misterio. A no ser que lleguemos al “milagro” antes enunciado y no se note la diferencia.
Respecto a la pregunta, debo decir que si, hace el “arte de copiar” que no es nada fácil, ya que para realizar una copia de una obra de arte, se debe ser artista, excelente artista, pues no cualquiera sin poseer el mas mínimo conocimiento de técnicas sobre arte se atrevería a copiar otra creación, y dudo que a pesar de todas las maestrías que tenga en Bellas Artes, logre hacerlo con éxito.
A continuación quiero compartir con Uds. Este análisis de Eduardo Arboleda Ballén, sobre los artistas que copian, imitan, plagian o se inspiran en obras de otros artistas, la cual me envió el 20 de Agosto de 2006:
Cuando se toma conciencia de la joven –aunque intensa historia delictiva de la actividad plagiarista, nadie pasa por alto que sus orígenes corren parejos a los orígenes de la mercantilización de la cultura que tuvo lugar en la primera mitad del siglo XX. Hasta ese momento, copiar, imitar, plagiar o inspirarse eran nociones mucho más ambiguas y definitivamente menos problemáticas. Si bien podemos entender que los intereses del creador deben ser protegidos de alguna manera, lo que resulta paradójico es que ésos que se proclaman protectores del creador y de la originalidad de su obra, emprendan por otro lado bloqueos legales, económicos y de distribución a los creadores que se alejen del común denominador. Este sistema coercitivo y punitivo da como resultado una cultura homogénea, cortada por los mismos patrones, que acaba por proteger, y a la vez patrocinar, exclusivamente a los que se someten a ella. Todo ello conduce a la actual condición artística y cultural del plagio, entendido más como elemento de guerrilla contra el sistema que como instrumento alternativo de creación.
La situación corporativista y agresivamente mercantil en la que se halla la producción cultural contemporánea, apenas deja espacio para que los creadores se expresen libremente, además de provocar el contraataque de los mercados subterráneos de falsificaciones y sucedáneos. Por eso creemos, hoy más que nunca, que el plagio es cultura, no sólo por su naturaleza múltiple y mutante si no por su carácter activista y desestabilizador de un sistema injusto con vocación demasiado mimética.
Nos pertenecen realmente nuestras ideas? No resulta fácil responder a esta pregunta aparentemente obvia. Inmersos como estamos en una sociedad hipermediatizada, donde la cantidad de mensajes que recibimos a lo largo de un día puede resultar apabullante, cuesta discriminar entre lo que es reflexión personal y lo que es idea recibida.
La imitación, copia o plagio es el mejor reconocimiento al trabajo que uno puede tener. No se copia ni plagia a mediocres, razón por la cual nos sentimos halagados por el interés que suscitan nuestros diseños y contenidos.
Copiar también significa sacar lo mejor de la idea original. Distinguir la esencia, lo bueno de la idea original, de lo complementario y superfluo. Copiar solo la esencia y hacer mejoras es lo que distingue a las buenas copias de las malas. Por ello copiar con éxito tiene mucho mérito. La copia idéntica en la que el copiador no aporta nada, solo contribuye a difundir la idea original, difícilmente va a perjudicar al autor. Si la copia no es chapucera y triunfa más que la original, entonces no triunfa por ser copia sino por ser realmente mejor. En ese caso se merece los beneficios que pueda tener y aún tendrá más efectos positivos para el autor original. Copiar no es malo, es el motor del desarrollo y de las nuevas ideas. Copiar es normal, bueno e inevitable. Copiar conlleva la aparición de estándares que permiten que los beneficios de las ideas se universalicen y reducen los costes y la necesidad de aprendizaje.
La palabra “copiar” suena mal, por eso siempre se han utilizado siempre otros términos mucho más elegantes; inspiración, basado en, a partir de, discípulo de, en la línea de…, son maneras de decir que se ha copiado en mayor o menor medida a otro autor.
Cuando se dice que la prosa de Umbral debe mucho a la de Baroja, no se dice otra cosa que Umbral utiliza/copia muchos elementos de la prosa de Baroja, aunque quede mucho más elegante lo primero.
Se suele imaginar al copiador como un ser malévolo en un sótano oscuro, dispuesto a sacar provecho de las ideas de otro sin ningún esfuerzo. Alguien que arruina al creador original y se lucra a su costa. Esta es una idea maniquea que olvida que todos los autores o inventores, especialmente los más conocidos, han copiado. Y eso es precisamente lo que ha permitido a sus obras ser excepcionales: basarse (copiar) en algo anterior. El mérito de los grandes creadores ha sido combinar las ideas de otros autores anteriores de manera diferente, exponerlas de otro modo, introducir cambios o añadir elementos. Los grandes creadores han utilizado creaciones de otros en su propio beneficio, pero no hay nada que objetar a ello, al contrario, es lo normal, de la nada no puede salir nada. La evolución de las creaciones siempre ha sido así, copia tras copia, pequeño cambio tras pequeño cambio. Ningún gran autor ha inventado nada de “0”, porque reinventar la rueda suele dar como resultado una rueda bastante imperfecta.
Desde el Quijote de Avellaneda o la Gioconda de Duchamp a la combinación de la música de Michael Jackson con Stockhausen que hacía John Oswald en 'Plunderphonic'. Son algunos ejemplos recogidos en 'Plagiarismo', una muestra que recorre la historia de las apropiaciones y las reformulaciones de ideas ajenas. Virgilio imita a Homero, el Tasso a Virgilio y Milton al Tasso, Cervantes al Amadis,
Fielding a Cervantes, Borges a Cervantes y Pierre Menard a Borges y a Cervantes.
Un autor copiado debería estar orgulloso, se le está reconociendo el mérito. Recomiendo tomarse a bien las copias por varias razones: Es inevitable, como la muerte y los impuestos. El efecto negativo es mínimo. La mayoría de las copias suelen ser de peor calidad que la original y apenas van a quitarle beneficios. El efecto positivo compensa: las copias amplían la difusión de la idea original y esto si trae grandes beneficios al autor.
Entre el “crear “y el “imitar”,entre el “tener” y el “coger”, entre el “producir” y el “pedir”, la palma se la llevará el ingenio rico y fecundo que hace cosas nuevas, o reviste las conocidas de tal modo que vienen a parecer originales y sorprendentes.
FERNANDO RODRIGUEZ ROJAS 2006-11-06 08:16:24
El tema es bastante complejo y multifacético, ahora resulta que en mis indagaciones, me acabo de estrellar con la denominación: “falsificador” que viene a ser casi lo mismo que copista, pero con diferente significado, el falsificador comete “latrocinio”, es decir copia una obra de arte con el fin de cometer fraude a algún incauto previamente localizado, al vendérsela como original, prácticamente el que falsifica es un bandido con un cuociente intelectual elevado, y siempre trabaja en compañía de un ratero elegante quien al igual que el anterior, conoce todo lo concerniente a las artes, y es quien se encarga de sustraer la obra original del lugar donde se encuentre, entregársela al falsificador para que realice la copia y de ubicar al “comprador” para vendérsela, quedándose con la original. Desde luego que el falsificador es más que “artista”, me parece que debe recibir el apelativo de “genio”, pues además de saber dibujar, pintar, dominar la historia del arte, debe tener un amplio conocimiento de laboratorista o alquimista para “hacer” los pigmentos de acuerdo a la época en que fue hecha la obra que va a copiar.
El falsificador y el ladrón, van un paso adelante de las técnicas para la identificación de las obras originales y por esto casi siempre sorprenden antes que sorprenderlos. No roban ni falsifican una obra que no hayan estudiado plenamente, son conocedores del mercado y forman parte de manera encubierta de el.
Pero volvamos al tema de la pregunta, de Rosario Rebull: ¿Los que copian a otros son artistas? ¿Si no aportan nada son artistas? Oficio tienen y mucho, pero son artistas, ¿son creadores de la pintura?
No creo que de artistas tengan nada, como tampoco le aporten nada al arte, mucho menos se les puede denominar de creadores, mi concepto de denominación seria el de: “pirata”. Si, aquel individuo que se dedica a sacar copias de una obra, que ha sido impresa por una casa disquera o editorial, y que ha tenido bastante aceptación entre el publico consumidor y las vende en CDS o en papel de mala calidad, a precios bajos, con la sola intención de lucrarse económicamente de este ilícito, se le llama aquí en mi país: “pirata”, “piratas porque no pagan impuestos al fisco y mucho menos derechos de autor. Pero lo curioso de todo esto es que con los cuadros no pasa lo mismo, copiar un CD de música, o un libro es ilegal, pero copiar un cuadro no reviste ningún tipo de delito según las leyes establecidas, copiar un cuadro se convertiría en delito si se trata de “falsificarlo”, violando la propiedad intelectual del autor.
Se de pintores de oficio que viven a la espera que los artistas creadores inventen alguna obra que sea recibida con agrado por los consumidores y de inmediato se ponen a la tarea de copiarla y en grandes cantidades, así el resultado de la copia sea desastrosa y la venden a las galerías y marqueterías, a precios irrisorios, y estas a la vez son las encargadas de mover el mercado, con la complicidad de los compradores, quienes ven talvez de esta manera, satisfecha la ilusión de tener una obra de arte que les agrado y la cual no pudieron comprar por no estar al alcance de sus bolsillos.
Yo creo que esta situación se debe al comercio inescrupuloso que se sirve de estos profanadores del arte, los primeros para poder vender, y los segundos para poder comer, que al igual que el falsificador que va de la mano de un ladrón, estos van de la mano con los compradores que gustan de las copias.
Lo mas curioso de este asunto es que los “copiones”a los que me refiero, firman las copias que hacen, sin confesar el modelo o autor intelectual de la obra, y entonces pasan automáticamente de la palabra “copiar” a la palabra “plagiar”, y esta palabra no aparece definida como una acción que merezca pena alguna, a pesar de que si, se esta cometiendo un ilícito contra el Autor intelectual, ya que sin su consentimiento le están reproduciendo su obra y aparte de eso, la están firmando como si fueran ellos los “autores”, cuando no pasan de ser unos vulgares “plagiadores” o “copiones”.
Copiar o plagiar es algo así como una enfermedad atávica que esta enraizada en la mediocridad de quien carece de una mente creativa y una mente que no tenga creatividad nunca evolucionara, aparte de no poseer un ápice de ética artística.
La creatividad de todo ser humano es lo que mueve interiormente el espíritu o alma, concediéndole al hombre o artista encontrar los medios para superar los obstáculos y encontrar la solución a la necesidad reciente de su propio ser, sin embargo para lograrlo se necesita de averiguar que es ética y como aplicarla dentro del alma.
Definir al “copion” con una denominación más clara y concisa por lo que hace, es algo que debemos compartir en su búsqueda todos los artistasdelatierra.com, y tratar de encontrar la solución a este suceso molesto a que están sometidos la mayoría de artistas creadores.