Pons-Tello - 2008-01-25 00:00:00
Decía el literato Ramón Gómez de la Serna que el mejor destino de un hombre es ser supervisor de nubes tumbado en una hamaca. La utopía se encuentra a veces en la observación atenta de las cosas, de las pequeñas cosas.
Contemplar los rojos de un cielo entre nubes plomizas, las fosforescencias de un paisaje quizás previo a una tempestad. Sentir como la tela o el papel de los apuntes del artista se mueven ondulantes al compás de la brisa creciente. Notar, reales o imaginadas, como caen las primeras gotas de lluvia como lágrimas vivificadoras del cosmos...
Marcelino González encuentra su particular utopía en la contemplación serena de los fenómenos atmosféricos y de los relieves cambiantes del paisaje.
Particular abstracción de lo visto, de lo vivido, de lo sentido. Sensaciones pictóricas que parecen de ensueño, pero que son reales como la vida misma y que sólo se pueden percibir cuando nos atrevemos a mirar sin temores con los ojos del alma.