JORGE-ERNESTO - 2007-06-08 00:00:00
Tiene mérito que una ONG en la selva peruana, se dedique a ayudar a artistas nativos, sin más interés que el de cuidar sus tradiciones, con la voluntad de que se les conozca en el mundo a través de este portal; muchos dirán que son obras poco logradas, otros ni se detendrán a mirarlas, y si lo hacen, no sabrán valorarla, no encontrarán palabras auténticas, el lenguaje que usan no está hecho aún; pero ni falta que hace a este tipo de obras, lo estético, para alguien que vive en la selva, importa poco.
La obra “El Curandero”, es todo ingenuidad, su trazo, su composición, su cromatismo, con una pureza nacida en el origen mismo donde nace la belleza, los sentimientos y las emociones, en su estado más puro, salvaje, no domesticado, no corrompido por modas ni modos, ni por lo modoso del mercado del arte.
El curandero, parece estar pensando: te llevaré a donde la imaginación no es necesaria. Ha escogido el atardecer para llevar acabo su ritual, justo cuando el sol se resiste a dejarnos, en el preciso instante en el que el horizonte se tiñe de naranja para que el chamán se inspire, evoque a los espíritus, se encuentre con ellos y expulse a los malos, al maligno, la enfermedad; para eso, sólo le hace falta ingerir su pócima, la decocción de la ayahuasca, poción mágica para entrar en contacto con los espíritus, para que con la fuerza de su trance, el mal huya en espantada en forma de humo, mientras levita el cuerpo al aire libre, para que se purifique, para que se libere.
Esta obra, está ajena a la discusión de las formas como elemento identificador de las tendencias, lejos de patrones estéticos que distorsionan el pensamiento y al pensador, que da por bello lo que no lo es, lo que sólo es bello en su imaginación. Y si es así, por qué no puede ser bello lo que crea un artista que está en contacto permanente con la selva, donde de por sí, todo lo que habita en ella es bello.
La obra el curandero, es toda una escena testimonial, un trocito de tradición atrapado en el lienzo, para que el olvido no se lleve el legado recibido como cultura de padres a hijos, herencia de los jíbaros y aguarunas de la selva amazónica, a orillas del río Marañón.
Felicitaciones por esta encomiable labor a favor del arte y la cultura.