La figura femenina con el rostro escorzado cubre su espalda con mantón de Manila, prenda propia de ocasiones festivas. Adorna su cabeza con un lilium peruano, dado que los toreros sueñan con “hacer las Américas”, donde la afición taurina está ampliamente extendida, es la flor del éxito. El pendiente de monedas doradas, símbolo de la riqueza que aspiran alcanzar, sin cara ni cruz, como la muerte, a la que enfrentan en cada corrida. Dos toros a ambos lados flanquean la figura: Talento escarba la tierra y Voluntad, orgulloso con la cabeza erguida, mira de frente, ambos necesarios para el triunfo. Al fondo una galería de arcos con balaustrada en la parte superior nos remiten al coso taurino.