Estuve en algun rincón de tu alcoba acunando tus sueños provincianos, Ayudando a olvidar tu dolor de indio maniatado, meciéndome en la música del ande, en el sabor de una quena, y en el clamor agudo de un charanguito, tengo aún la vejez perennne de tus sueños rotos, solo escucho el clamor callado del río que no habla más, que penetra en mi madera destartalada y vieja, como viejos son los sueños que acuné, como viejo el olvido, como viejos los ideales que nunca realicé, duele la inutilidad de mis células cerradas, de mi cansancio suberificado, de mi plasticidad de árbol perdida, la inutilidad de aquello que te trajo a sentarte en mis faldas, la inutilidad del alba que nunca llegó.