Las salvadoreñas que migran a la frontera norte y se quedan a vivir en la frontera sur por motivos de dinero, en su mayoría están relacionados con algún tratante de blancas, les crean un mundo en el cual ellas pueden llegar a ser modelos o edecanes, y terminan trabajando en prostíbulos y cantinas de la mala muerte, siendo este ejercicio uno de los mas notorios y menos castigados en la zona costa.