JORGE-ERNESTO - 2007-05-07 00:00:00
Orlando Arias, dentro de su robótica nos presenta una obra sugerente, equilibrada, donde la estética en sus manos es música y la creación es poesía bañada en color, donde el mensaje se deja secuestrar por los materiales para que cobren vida los elementos que el pintor hace habitar en los planos, sin escatimar al imaginario los caprichos del óleo que en pinceladas cortas pero seguras se deja llevar como olas en un mar de colores, donde pródigo hace danzar a su pincel en su cometido.
Obra llena de misterio, donde la escena la protagonizan tres robots dialogando delante de un túnel oscuro, que se asoma cuando la luz se distrae en su dominio, escena que delata una conspiración de los robots a no se sabe qué, quizá maquinan el asalto a la ciudad, mientras ésta ajena se pierde a lo lejos recortando el horizonte, o quizá planean invadirla cuando duerma, cuando la luz se apague, cuando se ahoguen los colores que le sirven de muralla y que ex profeso el pintor colocó cual ínclitos guerreros para defender la idea.
La robotización es un problema actual, como actual es la propuesta del pintor, si se tiene en cuenta que la sociedad se robotiza cada vez más y ante lo cual, el arte no puede quedar indiferente, por lo que Arias Morales, aborda el tema con valentía negándose a la automatización, dejando que su imaginación tome alas y su impronta se deje llevar en una pincelada segura, para que las formas se alíen con el color, para que su aporte creativo se haga arte.
A Orlando Arias sólo me queda decirle, ¡qué colores!, ¡qué maestría!, ¡qué dominio del oficio!; su buen hacer y su aguda imaginación, le llevan a crear obras frescas, innovadoras, un nuevo mensaje; dejándonos entre manos una nueva propuesta, su robótica, que la deja volar con un aire vanguardista.