Pons-Tello - 2007-05-24 00:00:00
La Rueda de la Ley, la Verdad y la Vida es uno de ocho emblemas de la buena suerte del budismo chino. Este simbolismo, como el del círculo o la circunferencia, alude al misterio de la rotación de todo lo cíclico. El eterno retorno donde principio y fin se confunden, donde el nacimiento y la muerte son simples movimientos del tránsito giratorio.
Contemplando esta interesante obra, homenaje a lo pequeño y afirmación de que cualquier objeto puede convertirse en arte, el espectador puede sentir la tentación de imaginarse el cd girando y girando en la disquetera del reproductor, iluminado por el haz de luz láser. ¿Qué música sonaría para complementar este esfuerzo plástico, digno de un consumado miniaturista? ¿Qué banda sonora haría justicia a este carrusel artístico que daría vueltas sobre sí mismo para encontrar la conexión de todo con todo?
El artista con su mirada, igual que el haz de luz láser, lee aquello que no se ve a simple vista y nos introduce en mundos particulares. Macrocosmos y microcosmos se entremezclan. Lo pequeño deviene grande en el movimiento perpetuo de las cosas y un humilde cd puede aparecer como el centro del universo gracias a la creatividad y a la imaginación.