Composición, tres personajes, Cristo, Che Guevara y Salvador Dalí
Cristo, la luz, la esencia y la transmutación, la evidencia de la traslación hacia otras dimensiones. La luz del espíritu que gobierna el ser humano y le posibilita el cambio. Maestro, profeta, emisario del amor divino que cambia la génesis del amor humano. Nos enseña el amor divino que está al margen del amor con odio o del amor interesado. Su amor es de todo lo que existe para con todo lo que posee existencia en el cosmos conocido y desconocido.
Che Guevara, el cambio social, el revolucionario que entiende la decisión del pueblo, líder del momento, en la senda de la opinión y la búsqueda de la dignidad y la solidaridad como valores humanos frente al caos y el desorden generados por la ansia de lo material.
Salvador Dalí, viajero de la psique, alma universal conectada con lo esotérico y lo espiritual. Método paranoico crítico, la fuerza de lo discursivo, catarsis personal, imágenes que son para ser. Conecta con las sendas de lo onírico, a partir del subconsciente, del inconsciente individual, colectivo, terrestre y cósmico. Inicia continuos viajes hacia lo complejo a partir de la acumulación de visiones, dentro de una actitud detallada y singular que busca confraternizar con lo genial en línea con la magia de la propia revelación de lo plástico.
Dalí está situado a la derecha de la composición, mientras Jesucristo a la izquierda y Che Guevara en el centro. Guevara se halla en el centro de la convulsión, del cambio, del no asentarse hasta que todo esté solucionado.
Hay diferentes bolas de energía, bolas espirituales, creativas y sociales, es decir bolas que alumbran un nuevo amanecer.
Bolas de amarillo-blanco, azul y rojo, en fondo negro, con presencia de otros colores de contraste, tres personajes en busca del mensaje, que se complementa, especialmente con el arte de Dalí, el método paranoico-crítico, la posición de catarsis surreal combinando con el mensaje espiritual del Cristo cósmico, de Jesús, la meditación, la acción de lo social conectada con el Che, especialmente cuando practica la paz y no la guerra, convirtiendo el mundo en un rosario de flores.
Es la grandeza de la naturaleza de tres seres excepcionales cada uno en su campo, pertenecientes a distintas épocas, pero, sin embargo, claramente intemporales, independientes e individuales.
Son seres de luz que navegan por los mares de la imaginación, hasta alcanzar la elevación, conectando con el todo, a partir del uno, siendo senda de su propio interior, contrastando lo que no sirve, transformando lo negativo en positivo, en línea con los alcances de la energía, que se torna coherente con el yo y el ellos en el Supraser de todos.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)