Pons-Tello - 2007-11-02 00:00:00
Uno de los principios herméticos del Kybalión afirma que el todo es mente, que el universo es una realidad mental. Este universo mental, como el universo astronómico, posee forma esférica. No hay arriba ni abajo, sino flujos y reflujos de energía donde los extremos se tocan y se separan en función del momento del ciclo.
En este excelente dibujo de Rafael Piedehierro los diversos planos de la realidad se manifiestan a través de la dualidad. Vemos una composición simétrica presidida por dos ojos dentro de un triángulo. Mirada masculina y mirada femenina que se ensamblan en el juego armonizado de los opuestos.
Nada permanece inmóvil, todo se mueve sin cesar. Todo vibra y las vibraciones se expanden como el impacto de una piedra lanzada a un estanque primordial. Ritmo compensado, composición en equilibrio, luz y sombra a partes iguales, porque en el imaginario sin límites todas las paradojas pueden reconciliarse.
En el rico y mutante universo de Piedehierro no hay casualidades. Un orden superior y preciso mueve todo el engranaje creativo. Lo que llamamos suerte o azar, es sólo una ley causal que quizás aún no conocemos.