A cambio del perfume de un anochecer en la laguna
tengo mi corazón abierto,
tengo como parpados aún a medio destruir
y una luna que no existe.
A cambio del silencio de un beso de Rodin
danzan mis últimos pecados,
danzan como rosas, versos locos en manada
y los latidos del alba conjugados.
A cambio del sinuoso camino de Amidarte
tiemblan las piedras devorantes,
tiemblan los segundos como heridas a esculpir
y unos cuerpos libres de ataduras.
Así permaneces. Lagrima herida, sólida campana
de furtivas seducciones de pictórica materia, altivo pescador,
cifra de finura leve que la sombra encierra.
Yo se que estás ahí,
como poeta triste
que juega con relámpagos sin uniforme.
Yo se que estás ahí,
como un artista que sangra
su semilla sin término
antes deque expiren los últimos quejidos de un beso de Rodin,
al anochecer,
en una laguna amidartiniana.
de Xesús Cameselle a Manolo López