Goyo - 2007-04-02 00:00:00
En esta obra hay una clara referencia a la nueva objetividad, a Dix y a Grosz, a una tendencia quer tenía una clara intencionalidad política y social. Eran años y momentos de acero en Europa los que motivaron a un conjunto de artistas a intervenir desde un planteamiento estético que entroncaba realismo, futurismo y cubismo.
En este trabajo de César Leal, que parte de unos fundamentos similares, se propone con una simbología caricaturesca, una semblanza plástica de lo que ha sido un fenómeno presente en Latinoamérica en estas últimas décadas: el militarismo. Un perfil duro, cruel, sordo, manipulador (la lengua como arma), mantiene abrazado a su víctima, que está vendada y amordazada, inerme, que con esa corona de laurel está pidiendo la paz.
La organización de la composición, su fuerza cromática con ese contraste verde/blanco, con dos figuras abarcando todo el lienzo, y ese primer plano, tratan de ejercer sobre el espectador la tensión que le lleva a una realidad histórica que se manifiesta día a día, a ver en esa representación una humanidad incapaz de comprender a sí misma, a unas fuerzas que únicamente saben dominar, destruir, enarbolar enseñas de guerra. Y sus víctimas. Un realidad tan cercana que no queremos verla y que esta imagen evidencia.
Un trabajo que nos impresiona por su pasión, sinceridad y autenticidad, derivado de una maestría plástica indudable.