JORGE-ERNESTO - 2008-04-25 00:00:00
"... Fui rival de un muñeco de trapo...que no hacía sino reirse de mí con una bocaza pilluela... Tuve que entender un sinfín de cosas perfectamente ininteligibles. Tuve que decir un sinfín de cosas perfectamente indecibles...Tuve que oirla llorar por mí...". Escribía Martín Adán en 1928 en su novela "La Casa de Cartón", literatura peruana de vanguardia escrita en prosa lírica, en la que el poeta recrea un viaje introspectivo volviendo al recuerdo de sus primeros amores.
“Solitario camino de regreso”, con este título Julio Calle nos deja una obra con identidad propia, un trozo de su universo pictórico que nos adentra en los laberintos de su pensamiento, un viaje introspectivo a su mundo interior, un lenguaje, para ello, nos ayuda con la explicación que esboza de su obra, de la que dice: “Emprendemos el retorno a la casa del padre dentro de un mundo que a veces nos hace sentir ajenos y solos…”
En esta recreación un muñeco de trapo zurcido de lado a lado, de canto a canto, mostrando en su rostro las cicatrices de un tiempo que no quiere ver, no le hace falta ojos, ya tiene innumerables ojos detrás, a lo lejos, espiando su memoria, mirando el solitario camino de regreso, cuya historia va escrita puntada a puntada en cada costura.
Son reveladores los remiendos que el muñeco lleva a base de puntadas, que no se esconden, que son como cicatrices que le privan de ojos, un mensaje revelador de un lenguaje singular que el pintor lo define como expresionista; una recreación que en su muñeco de trapo, linda, ternura con feísmo, inocencia y miedo, tenebrismo y colorido.
Las cicatrices de la vida son tantas, que expresar los avatares del camino de regreso en los remiendos del muñeco es una llamada para demandar la atención de quienes se sienten atrapados en una lucha solitaria en su vuelta a casa, aunque las miradas no le dejen advertir que su casa está dentro de él y su camino también.
Su pintura expresionista por definición del mismo pintor, está inmersa en un neofigurativismo que lleva consigo un sutíl fondo simbólico, por cuanto, sus muñecos pretenden representar algo, pero fundamentalmente contiene un amplio espectro expresionista de carácter psicológico reflejado en sus figuras que carecen de rigidez categórica, pero que nos imantan de mudables sugestiones en cada representación.
Esta obra que no deja indiferente a quien la contempla, recoge la expresión de un contenido que hay que escudriñar en el muñeco de trapo y en la poliformidad de los fantasmagóricos personajes que enervan la composición, que expresan la idea desencadenando inquietud, manteniendo la unidad interpretativa certeramente armonizada, un mundo de imágenes lleno de misterio.