Pons-Tello - 2008-05-19 00:00:00
Como una estalagmita de gruta secreta, surge el hierro de la fragua de Vulcano. En la cueva profunda de los sueños, hombres y dioses encienden el fuego onírico del subconsciente.
Llama viva, hierro, fuego, sueños, aleaciones infinitas del espíritu. De repente, una convexidad sugiere un ojo vacío, una mirada de cíclope interrumpida por un ulises en tránsito permanente.
Llegar a casa, regresar a los orígenes. El trayecto es largo, pero la fragua siempre encendida, luz de los metales, orienta como una estrella candente en la oscuridad.