AngelGonzalez - 2008-05-05 00:00:00
Cuando profundizas de verdad en la obra de un artista, a menudo llegas a cumbres y cimas. Lo curioso de la situación, es que al mirar la escultura de Federico Eguía, solamente veía valles. Algo había que me era muy sospechoso. Así, al modo de los detectives privados, le hice un seguimiento una mañana. Cogió su coche y yo, dejando un espacio razonable, emprendí el camino tras él. Me llevó hasta un pueblecito de la sierra de Madrid: Puebla de la Sierra. Se bajó del automóvil y se puso un traje de jardinero. Pensé que era su trabajo, pero seguía sospechando. Alrededor del pueblo había un recorrido escultórico que merecía la pena, y mucho. Federico empezó a quitar las malas hierbas de las esculturas y comenzó a recitarles poemas y textos variados. Cuando se mudó hacia el interior de una de las casitas de piedra, me di cuenta que, de una de las ramas que delimitaban la última escultura, cayó una hoja. No era otoño, algo no encajaba. Cogí la hoja y me quedé asombrado, estaba escrita... Lo cual aporto como prueba para que sus señorías lo juzguen como crean conveniente.
--------El valle de los sueños--------------------
Para qué cimas sin los sueros que cimentan.
Por qué dejarse engañar en la cumbre
si la autopista está correctamente señalizada.
Yo tenía sueño;
deseaba de su guarda escultórica
y me solazaba en la serranía de la palabra.
Ahora y en cada momento
el contenido de ese vaso cambia,
quiere estar ahí
donde el género de la palabra se doblega.
Tú dijiste Puebla de la Sierra,
entonces fantaseaba…
y los precipicios sugestionaban cálidas sábanas
un cómodo colchón, que entre líneas
susurraba al bronce, hierro, madera o ramas.
Luz, quiero luz
y saltamos un charco,
un arroyo, un puente levadizo,
suntuosamente levadizo,
maravillosamente onírico…
En ese preciso instante
todo se fundía de un modo sinfónico;
sinfonía de brotes en las calles.
Lo que esculpe el sueño
no lo acomoda el hombre,
ha nacido solo,
lo ha parido la piedra.
Acata sus raíces y vuela,
sueña que sueñas valles genéricos,
medicación para el alma,
ingenio del hombre que pide forma
y la sueña…
en el valle de los sueños,
en la flor más engalanada de la mañana.