Goyo - 2006-10-13 00:00:00
El Grito de Viñas, este lienzo que visualizamos, es el drama renovado, la tragedia revisada del Aullido de Munch. Es su esencia trasplantada al mundo caribeño y tropical de una isla que se debate entre el ser y no ser.
En el primero nos emocionamos ante ese interior de sufrimiento, de horror ante uno mismo, que la figura simboliza; nos desasosegamos en esas ondas que irradia la misma y que nos están comunicando su agonía.
En el segundo el icono quiere escupir al cielo, se desepera por salir afuera, por mostrar algunas de sus llagas -vivienda, barco, manos-, por llorar su infortunio.
Dos concepciones distintas, la una hacia dentro, la otra hacia afuera; la una nórdica, la otra sureña.
Vida para una ciudad que grita es un cuadro genial que sin pretenderlo y en su modestia resume un época de nuestra historia plástica.
Enhorabuena.