Pons-Tello - 2008-02-05 00:00:00
La figura étnica se torna etérea, como matizada por un viento espiritual. Lo improvisado cobra la fuerza de lo fundamental y el apunte del instante deviene poderoso testimonio pictórico.
El juego de luces y sombras imprime movimiento y dinamismo visual a la composición. Trazos largos y seguros construyen el viaje sinuoso de las pinceladas. Partimos, con la mirada, hacia tierras y continentes lejanos.
Es el poder evocador de esta obra, resuelta con evidente fuerza. Gama de grises y negros que se sedimentan en el lienzo con luz propia y que nos demuestran que el vitalismo no es una cuestión de colores, sino de intensidad expresiva.