Por siglos, los Mayas consideraron a la ceiba su arbol sagrado, logrando representar por medio de su sistema radicular y follaje, el mundo conocido y sus estadios. Para ellos un mundo sobrenatural se expandia hacia sus raices, las cuales son tan profundas como la altura del mismo arbol. Hoy este simbolo persiste en la memoria colectiva de los pueblos hispanoindigenas de mesoamerica rodeado siempre de una confusa mezcla de sincretismo y misterio.