Angelglezz - 2007-12-24 00:00:00
La dualidad del rostro, de las obras, de los pensamientos, de los lodos en que cada persona se impregna, es muy evidente en esta pintura. Las tonalidades frías y calientes revolotean en un incesante juego de verdades y mentiras, de luchas internas, de batallas suicidas en las que la máscara que todos llevamos puesta, cae al suelo hecha añicos.
De sus briznas volvemos a trabajar en otra máscara y así cíclicamente. Pero ese afán de lucha, la sed de victorias, en fin el Superhombre que decía Nietzsche, es el plato fuerte que Alexandra Rodrigo nos presenta de forma magistral.
Cada caída es una nueva victoria, lo malo es acostumbrarse a caer ...
¡Felicidades por esas nuevas miradas Alexandra!