BOSQUE
Cuando apagamos la mirada mundana,
La verborragia intelectual, los faroles y el bullicio abrumador de la ciudad.
Cuando no hace falta más que el silencio infinito
Para que los amantes obren el acto de fundirse en
Cuerpo y Alma. Al encender los sentidos.
Con el crepitar del agua despeñándose, la sonrisa pura de un niño… se enciende un bienestar, una calma, un recuerdo insondable que nos llena de paz. Es que nuestro Ser interior sabe y no olvida que somos criaturas de la naturaleza, hijos de la brisa, las flores, el aire de las montañas… hermanos del bosque, sus aromas, sus matices, sus destellos…
Tricia