Angelglezz - 2008-12-23 00:00:00
s/T(El mundo que queda cuando está ausente).-
Es tarde. Muy tarde, ahora. Más o menos rondan las tres de la mañana y la última vez que la vi mirar de ese modo, me dejó algo consternado, no ya porque parecía haber abstraído la visión hacia un punto imaginario e indefinido del rincón del techo, sino porque en realidad, era yo quien se estaba alejando de su campo de visión. Sé que la hubiera gustado que le soltase esas tres o cuatro frases que siempre la digo; pero no, seguramente no estaba para bromas o a lo mejor pensaba que cuando me miraba, le hacía sentirse triste: endemoniadamente triste.
Es igual. Qué narices, no lo es, ¿cómo iba a ser igual que ella, ahora no estuviera viéndome? Entonces se apoderó de mi aquella visión. Éramos dos peces sumergidos en un acuario, esperando que nuestro amo nos cebase. El muy canalla solo echó una porción minúscula de escamas para peces de acuario, para ver cómo nos la disputábamos. Yo he de reconocer que me entraron unas ganas terribles de ir a comerla..., ella permanecía inmóvil con sus ojos puestos en..., puestos en ese mismo sitio donde ahora los tenía, justo allí, y yo no hacía más que saltar y saltar con mis aletas, delante de ella, para traerla de vuelta a este extraño mundo, el mundo que queda cuando está ausente.