JORGE-ERNESTO - 2008-02-02 00:00:00

La obra en general de Alejandra Rodrigo, es variada, versátil y sugerente, va explorando en los diversos estilos y tendencias, como iría una experta gaviota sobrevolando en las olas de un ancho mar, el arte, en el que imprime su sello personal.

“Junto al fuego”, obra calificada por su autora como de expresionismo, ha llamado mi atención por la destreza con la que la pintora ha concebido la idea, dotándola de una atmósfera que despierta sensaciones y a la vez despereza la curiosidad en el observador, su trazo impresionista inquieta, perturba la curiosidad de la imaginación y aviva en la retina las bondades de la contemplación, dejándonos adivinar los misterios de la acometida, de su impronta.

La modelo mirando el fuego, aviva impasible la incandescencia con su mirada, ha detenido el tiempo en su desnudez, para que el calor de la hoguera en la chimenea purifique los espíritus que pueblan la atmósfera en su encuentro con ella misma, desnudando sus pensamientos al abrigo de la lumbre, mientras la copa de vino recién apurada le sirve de bálsamo en su viaje de introspección después de la fatiga, que aún, delatando su rastro está el cenicero del último cigarrillo apurado y el rezago de prendas rendidas sobre la tarima.

La luz se cuela a través de los cristales dejando un color verde que remeda el color del cuadro colgado en la pared, jugando con las sombras en los ángulos que recorta la materia de la sinuosa anatomía de la joven sentada sobre el suelo de madera, una hermosa escultura viviente que le roba al espacio las líneas necesarias para dibujar su esbeltez y dejar que la expresión sea adivinada por el juego de la imaginación.

La pintora se deja llevar en su actitud, para dejarnos la soltura de su pincelada encaminada por un trazo suelto, con desparpajo y a la vez con aire ensoñador, que en su afán, recorta la figura con color para dejarnos la estampa de una bella mujer en su dialogo visual con el fuego, mientras la silla con aires de otro tiempo, vestida de rojo y terciopelo, se ofrece silenciosa al reposo de la dama.

Esta obra, sin duda pequeña, es diferente a todas las que la pintora nos muestra en ésta página, no revoluciona tendencias, pero sí tiene la frescura de una lágrima de añoranza y el aura de un suspiro romántico después de un encuentro; nos recuerda grandes épocas del impresionismo

Muy interesante su trabajo y bonita obra. Enhorabuena.