Angelglezz - 2008-02-07 00:00:00
Una cosa es el ruido y las aguas poco profundas, y otra cosa es el espíritu verídico. Ana lo sabe, y muda la piel, para sacar a la luz el martillo irrefutable del asceta. En torno a las exigencias elementales de la probidad, ella se honra de querer como sólo y único destino, el hallazgo de lo que todos los artistas desde el comienzo han buscado: el fanal encastrado en el corazón.El destello de las amígdalas. Así, a jirones de óleo, Ana entra y sale del cobijo de su madriguera para encontrarse cara a cara con la verdad luminosa. Y vaya que lo consigue, eso que nadie lo dude; ni siquiera los escépticos.