Pons-Tello - 2007-11-22 00:00:00
A partir de un fenómeno de protesta ciudadana (la época del cacerolazo en Argentina), Ricardo Rapuzzi consigue trasladar al mundo escultórico la memoria y las sensaciones de aquel momento.
Y lo hace con suma creatividad y sentido del humor. Lo social, lo colectivo, se convierten en objeto artístico que explora soluciones imaginativas. La recreación objectual no es realista, sino alegórica, porque en el mundo metafórico y simbólico yace el espíritu esencial de lo que queremos decir.
Rapuzzi nos habla en esta obra de un tiempo en que las cacerolas tronaban como tambores de guerra en búsqueda de la paz y de una mayor justicia social. Pasado ese momento, queda el recuerdo matérico, la mirada del artista corporeizada en objeto de reflexión y testimonio.