JORGE-ERNESTO - 2007-11-02 00:00:00
La obra “Odalisca” de Mariano Montoya, nos remite necesariamente a recordar que su origen viene del turco odalisk: “mujer preferida del harén del sultán”. Ya en 1814, Dominique Ingres pintó el cuadro “La gran odalisca” cuadro que se conserva en el Museo Louvre de París.
Montoya, recrea a una mujer joven, con cabellera rubia, larga, muy larga y unos hermosos ojos color caramelo, con brillo, que radiante mira a los ojos, envuelta tímidamente en seda, ataviada con un velo de tul transparente, dejando sus ojos al descubierto. Tul que en su caída deja ver unos pechos tersos, desafiantes, con la frescura de la juventud. Circunda su cabeza una diadema de monedas de oro, a juego con el cinturón que distrae la mirada de la desnudez, para acompasar la trepidación de los muslos y la sutileza del erotismo en su danza oriental.
La composición se completa con unos personajes árabes al fondo, en un gran salón que se pierde, mientras ella delante de unas columnas del palacio que le sirve de escenario, nos transporta mentalmente a Estambul donde los colores ocres y malvas, bañados en oro, nos regalan sus virtudes, para que las sedas y transparencias dejen traslucir esta belleza de obra en forma de mujer. Una mujer de vientre danzarín. Una odalisca.
Mariano Montoya, retrata lo esencial en la recreación de la figura humana, trasmitiendo su humana condición y carácter, dejando que la realidad alcance su exacta dimensión plástica, un realismo categórico, ostensiblemente predominante en la técnica y su dominio, para que el color en su justa medida nos lleve a la exaltación de la belleza.
El óleo aplicado con la sutilidad de su pincel diestro, nos deja la huella de la realidad en la limpieza de las imágenes que se traslucen con transparencia arrobadora, mientras discretos empastes en la seda blanca sugieren la visión de lo real, que se acentúa cuando resalta la imagen principal, el bello rostro femenino y su pulcro atavío
Montoya, es un artista con espíritu vigilante de la perfección formal en su búsqueda de la belleza, se mantiene imperturbable en su línea realista, deslumbrante por la fidelidad de la mimesis, y seductora por la excelencia de su tratamiento técnico.
dumitru - 2007-10-03 00:00:00
"Odalisca", obra realmente bella, hay detalles que sólo un pintor como Mariano Montoya es capaz de realizar; la piel en su pincel parece encontrar el tono correcto de la lozanía, para que las transparencias, luces y sombras, acompasen el atuendo, resaltando las joyas, para equilibrar la fuerza expresiva de unos ojos vivases, un rostro bello y la frescura de la desnudez. ¡Que maestría! Una verdadera belleza.
MARGOT - 2007-10-01 00:00:00
Que maestría, esta obra es una verdadera belleza, el dibujo es exquisito, la pincelada limpia, el trazo correcto y los colores mágicos, ajustados a exaltar la idea. Una obra a la altura de los grandes maestros. Esperamos más obras para admirar el talento de éste gran artista plástico. Enhorabuena maestro.