Pons-Tello - 2007-10-31 00:00:00
En los mundos oníricos, las imágenes y las situaciones danzan al ritmo de la música del subconsciente. Las otras realidades se presentifican La parte sumergida del iceberg mental sale a la superficie.
Andy Irizarry domina el grabado con soltura y su imaginario encuentra en esta técnica el vehículo idóneo para plasmar las pulsiones interiores del ser humano.
De sus grabados, surgen personajes estilizados, figuras enigmáticas, cuerpos incompletos, mutilados. Protagonistas alegres o tristes. Gentes en transformación perpetua, en actitudes diversas, que simbolizan la propia evolución espiritual del artista y la complejidad de viajar hacia el centro de uno mismo.
Porque eso mismo es lo que hace Irizarry, un viaje al centro mismo de la propia vida interior, allí donde el núcleo oculto de la existencia se compone de sueños, pesadillas, deseos inconfesables, esperanzas... Visiones infinitas de un cosmos complejo que por momentos deviene esférico y cíclico.
La esfera del subconsciente gira y gira y a cada movimiento nos retorna el reflejo de nosotros mismos, lo que fuimos, lo que somos. Lo que quisieramos ser.