Ceremoniosamente remangan sus sayones,
la flacidez del músculo empieza a titilar.
Un rumor de calzones y cintas desatadas,
de imperdibles y broches, va invadiendo la sala.
¡El Papa los bendice e inicia el ritual!:
Comienza el gregoriano con el “Lumen Antífona”.
Cuando llega el “Magníficat” a su escala triunfal,
giran rápidamente, doblando sus cinturas,
para exponer sus glúteos…
ante la trinidad.
Quedando así, postrados, se acarician el pene,
besando muy despacio el Libro Epistolar.
Se agitan los manípulos sobre las posaderas
que se mecen sincrónicas, como un verde trigal.
Van cerrando los ojos en sus meditaciones.
Un profundo silencio les invita a pensar:
sus mentes se concentran en arcángeles rubios
y en las mas bellas vírgenes..
hasta descapullar.