Caminos tiene la vida,
los que nos llevan a ninguna parte
o aquellos más lejanos que parten sin llevarnos;
los que presurosos a ciegas seguimos.
También se hacen como nuestros
todos en los que dejamos y perdimos las fuerzas
y el aliento de los momentos.
Caminos tiene la vida,
convergentes en la nada
y brindando horizontes obrados
en la desdicha de la tragedia;
en la ampulosa necedad de la mano
asida a la providencia de un dios miserable.
Caminos que van marcando
sendas infinitas que tantos recorrieron,
abriendo los ojos por encima de los gélidos páramos
de las almas rebeldes que entre sus brumas
fueron quedando serenamente aquietadas
en la vírgula que separa la vida de la muerte.
©Jpellicer