Cuento:
Érase una mañana de un tiempo ya transitado caminando por la heredad. Al mirar el cielo vi el contraste formado entre el sol y las nubes, los árboles y la tierra, y en aquel tiempo reconsideré que la tierra se encuentra dividida en fragmentos por las personas y que todo tiene sus límites.
Asimismo, el mundo mágico de los elementos de la naturaleza se encuentra limitado por nuestros pensamientos, por nuestro ensueño, y el poder de nuestra creatividad. Que aunque, ahí, ahora sólo veamos árboles en el bosque, hay mucha más vida detrás de ellos; que la vida se encuentra en todas partes, en las piedras, en los vegetales, en los animales y en todo lo creado.
Una vez me contaron que hay mundos dentro de mundos, que hay seres, existencias y formas contenidos en un mismo sitio o lugar y que incluso en la misma sombra se encuentra la luz, pues basta acostumbrarse un poquito a la oscuridad para ver en ella algo de luz.
Justamente, la buena lección inminentemente es saber que los seres, las existencias y las formas son continentes y contenidos de todas las cosas.