Cuento:
Érase una vez la alegoría luminosa que atraviesa el horizonte en busca de lo Femenino, siendo la fuerza del Cielo que incide sobre la Tierra como exhalación de luz que se proyecta erecta hacia la Madre Tierra. De la pareja Cielo Tierra nace la individualidad del ojo Masculino que recto y firme ante su búsqueda, como polaridad eléctrica masculina, sabe que de este encuentro florecerá la luz.
La complementariedad de las correspondencias, analogismos y afinidades que hay entre el mundo sensible y el mundo espiritual, hacen que Cielo y Tierra, aunque opuestos, no pueden existir el uno sin el otro, existiendo al contrario el uno para el otro. Esta complementariedad de pareja es una auténtica asociación, un equipo, que en el seno del cual cada uno aporta lo que le falta al otro, en la medida en que su "polarización" está suficientemente desarrollada.
Dentro del mundo de los fenómenos nada ni nadie permanecen estáticos, siempre se producen cambios. De donde la oposición de los dos medios determina inmediatamente la complementariedad; por tanto, en lo humano, las diferencias fundamentales que los distinguen hay que desarrollarlas, ya que precisamente en esto residen las únicas bases posibles de una necesaria complementariedad.