Trabajado con café y acuarelas esto es una sátira, desde mi punto de vista, de la función del macho mexicano representado por la bravura y la total vulgaridad masculina del charro.
Decidí utilizar a una figura representativa del cine de oro mexicano; Jorge Negrete, un digno representante de la figura del charro de antaño, el macho alfa, de esos hombres que no existen más, al menos en una sociedad moderna.
Vestir de rosa a un charro en los tiempos pasados seguramente debió ser símbolo de vergüenza y debilidad, pues al ser un color fundamentado como “femenino” todo lo anterior y el aspecto al que está sujeto el charro a representar, pierde su enfoque e impacto solo por el simple hecho de cambiar la coloración del vestuario. He ahí como las cosas pueden perder significado y volcar bruscamente a otro por el cambio de un simple detalle, el charro se vuelve afeminado (incluso homosexual) por el simple hecho de cambiar el color de su vestimenta.