Es el término del recorrido, pero no es el final del viaje. Es apenas el principio. Con la decisión de caminar con los ojos bien abiertos y la capacidad de sorprenderse ante la vida, la voz canta con un sentimiento que resume el mayor y más sagrado de los mandatos de la vida: EL AMOR.
Cuando la voz aprende a confiar y sonríe, comprende que la vida es una fiesta, la vida es un carnaval.