La voz, despierta, camina con los ojos abiertos y ve en cada esquina que cruza a los héroes de verdad. Todos los personajes que, anónimos y sin aspavientos, sostienen sobre sus hombros la estabilidad del mundo (niños, madres, padres, ancianos, estudiantes, artesanos, vendedores, etc).
La voz sabe ahora que no necesita adorar ídolos, y que cuando requiera un héroe, solo debe buscar dentro de sí.