La tormenta empieza a fundirse en el desfallecimiento del sentimiento, la sepulcral dimensión del autoengaño, la dualidad que bajo ningún punto formo sus cimientos en algo verdadero, todo determinado por un infinito egoísmo que consagra en la deformación de los individuos de su propia naturaleza.Como estos dos individuos han avanzado a tal degeneración , estupidez e inconciencia permanente , el vendaval se filtra dejando el vacio e inexorable recuerdo de lo que pudo haberse perfilado como descendencia de espiritus elevados:toda forma de litigio que consagre el estado del momento, tendrá el desconsuelo como punto y determinación final..