Angelglezz - 2008-02-06 00:00:00
Manuel, los ojos se agotan y la boca queda desterrada a la mentira, como sólo y único consuelo.En su cinismo el alma se relaja, aunque por dentro el vigía, en cualquier momento,en el momento más absurdo, gritará ¡Tierra!
Escrutando y divagando en los avernos de cada persona, hay un funambulo con sombrilla y con el lastre de lo que no se pudo decir.El reflejo de ese ser son los ojos. Ojos desnudos y cristalinos, que se tambalean y desmoronan fácilmente para desvelar el desconcierto. Han caído las máscaras y se siente desnudo. Y tal vez llorará...
Muy significativa esta gran obra. Como todo el arte que envuelve a Manuel Mata.Un arte que hace tambalear los cimientos al acercarse.Un arte de vertiginosa y extasiante visceralidad.