I
En el nuevo continente
Dicen que el mar le pertenece a Alfonsina
En el viejo, dicen que le pertenece a Ana
No hay confusión alguna, le pertenece a cada mujer
En el principio de todo
Se narra que el mar le pertenece al Universo
Que se repartió en cada mujer
Para pisar el suelo y caminar en él
Desde entonces, la luna astuta, enamorada del mar
Rodea inquieta la tierra, alterando las aguas en cada mujer
Buscando si acaso la música de algún latido femenino
Se sostiene en el silencio como instrumento sin banda