Círculos, circunferencias dentro de otros círculos, observados a partir de otro círculo.
En Guacamaya ovando, Nelson Rolando, se adentra en la formulación sagrada del círculo que nos aventura en la enigmaticidad del secreto, en el descubrimiento de la puerta que abre la visión a un mundo nuevo.
Pájaro, alegoría del sendero, pista y llave que nos permite sobrevolar la explicación más sugerente contenida en lo más recóndito de la premura de la mente.
Mundo de mundos, microcosmos que se suceden, cada ser es un microcosmos, interrelacionado con otro microcosmos y así sucesivamente. A todos los microcosmos les corresponde el macrocosmos. Como es arriba es abajo y como es abajo es arriba.
¿Y… cuál es el misterio? Está claro que descansa en la capacidad de ver la diferencia entre la iluminación espiritual, que traducido en lenguaje terrestre, significa la efervescencia de la vida sin cortapisas materiales ni mayas desbocados y la condenación de la mente, o lo que es lo mismo, la negación de la progresión, cayendo en el espejismo transgresor.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)