Chicharra surreal, onirismo, organicidad y el sonido del bosque
Chicharra surreal procedente de los sueños y anhelos oníricos, en lo orgánico, en el sonido del bosque, estamos todos, nos encontramos en la pléyade del gran camino de las distintas tierras.
En lo onírico está el bosque, el hada, la chicharra, los seres elementales, con el sonido, el color y el reflejo de su voz.
Es surreal en lo más hondo y en la forma, buscando la naturaleza como paisaje, como medio de vida, como catarsis delicuescente. Una naturaleza amazónica peruana, sensual y sugerente, visceral, pero, a la vez, contenida, elegante y específica, formulando palabras y conceptos, buscando ideas e incitando a la fuerza de la potencia de la luz en la densidad de la espesura del follaje.
Destaca una chicharra con sonido, que esparce su fuerza ambigua en el aire y la tierra, en el agua, reflejos de un ser que va más allá de sí mismo, porque es producto de la transmutación y de la diversidad de vidas.
El reflejo del paradigma está en el sonido que se halla en las profundidades del silencio de lo existente, en mitad de la espesura vegetal, verde, verde que te quiero verde, a galopar, a galopar hasta verlos en el mar de sonidos en una noche estrellada en la selva desconocida pero, a la vez, conocida del pintor onírico y surreal, amante de lo bello Rolando Tamani.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)