Encuentro premeditado, onirismo, consciente y subconsciente actuando. Alegoría del simbolismo, unión de los cuatro elementos y la esencia del planeta.
El aire del cielo, el agua del planeta, en el horizonte la materia de la tierra y, finalmente, el fuego, es decir la fuerza del amor, del sol o de la luna, que no se ven pero que se intuyen.
Nelson viaja entre sueños con los guacamayos para convertirse en espíritu dévico a través de la unión irreal alegórica, viajando a la dimensión del amor, que es amar sin condiciones.
Encuentro premeditado, dos seres, cuatro elementos, un entorno, multitud de energías, viveza y fuerza de la obra pictórica.
Colores contrastados, encendidos, llenos de pasión: azul, rojo, verde, negro, marrón.
Animales de la naturaleza, elementos poéticos que potencian la fuerza galante del acto de reminiscencias atlantes, de fortaleza sensitiva, de claridad y firmeza, aumentando la expresividad, hasta instalarse en lo insondable del hilo invisible entre diversas realidades.
Joan Lluís Montané
De la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA)