La figura del traje de una mujer cuyo nombre sugiere el mito de una Magdalena bíblica dueña de un amor corrupto, con una actitud provocadora y cargada de una atmósfera que nos traslada a los ambientes de un burdel, una Magdalena cautiva y vital cuyo placer sensual parece ser uno de los móviles de su existencia, cuya entrega al amor es comparable tanto como el dolor de su perdida.