El vidrio es un material inorgánico, duro y frágil, que no tiene estructura cristalina y que es transparente o translúcido. Se obtiene a partir de la fusión de arena silícea con carbonato de sodio y caliza y se moldea a temperaturas muy elevadas.
El vidrio se usaba desde hace unos seis mil años cuando los egipcios desarrollaron las técnicas para hacer recipientes de vidrio, pero fueron los romanos los primeros en perfeccionar los métodos de soplado hasta formar piezas lo suficientemente grandes como para encajar en una ventana.
En la Edad Media las vidrieras con ilustraciones de pasajes bíblicos se usaban para inculcar a la población, en su gran mayoría analfabeta, las enseñanzas de la Biblia. Es en el siglo XIX cuando éstas pasaron de ser un elemento puramente religioso a formar parte de la decoración de los edificios privados. Louis Comfort Tiffany aportó una innovadora técnica, se distanció de las antiguas tradiciones: del pintado a mano, creando un vidrio irisado (semejante al mármol), partiendo de la mezcla de óxidos diferentes en el proceso de elaboración del vidrio y de las pesadas estructuras de plomo utilizadas para unir los vidrios, creando una nueva técnica basada en envolver el vidrio en finas laminas de cobre para poder soldarlo en delicadas formas.