Comentario realizado por: Gregorio Vigil-Escalera Alonso - 2007-04-23 00:00:00
Título obra: Niña de la Puna - imbern En este artista confluyen elementos que pertenecen a distintos planteamientos de orden plástico: el fuerte cromatismo a lo fauve pero mucho más controlado y moldeado, las formas angulosas que caracterizaron a los expresionistas y las asimetrías picassianas, incluso esos remolinos vangosianos. La efigie es antiparnasiana, anticlásica, es su contrapartida, la que surge de una visión feísta, la que nos desnuda con una mirada que se condensa en una geografía de la mortalidad. La expresión facial es un mapa que a través del color nos va revelando su propio paisaje interno, el de que la verdad y la mentira dejan un rastro de patetismo que limita con la aspiración de una belleza que es imposible que sea comprendida si no se va más allá. También es posible que ni lo pretenda. En el retrato siempre se trata de ir configurando un símbolo, unas señas, una marca, simultáneamente a lo que paralelamente ha de ser su arquitectura, que no es línea sino óvalo, elipse, curva, ángulo, hasta llegar a la fusión total: a un mundo convulso, desasogado, deshumanizado, le corresponde una estética que deshace la armonía y la belleza en la que estaba anteriormente soportado. Frecuentemente estos retratos no sabemos como interpretarlos, como encajarlos en nuestro repertorio de imágenes, pues subconscientemente atizan nuestras angustias y ansiedades, nuestro conformismo y aceptación. Pero si llegamos adentrarnos por la ruta que nos proponen, tendremos la oportunidad de apreciar la gran verdad que reside en ella. |