Comentario realizado por: Gregorio Vigil-Escalera Alonso - 2007-04-17 00:00:00
Título obra: El Abrazo - Blanco A partir de Alberti, en el siglo XV, los teóricos de la pintura intentaron codificar los modos en que las figuras en la composición podían ayudar a expresar el significado total de una imagen pictórica reflejando sus sentimientos particulares. Leonardo y muchos otros, hasta el académico francés Charles Le Brun a finales del siglo XVII, dedicaron ímprobos esfuerzos a reflexionar sobre la cuestión de la expresión facial, los signos externos que señalan los movimientos del alma, haciendo visibles los efectos de la pasión. Traigo a colación esta introducción a cuenta de esta magnífica obra de Carlos Blanco, cuya expresión no está referida a significados sino a sentimientos. Pero quizás lo primero que tenemos que apreciar es el orden compositivo, su centralidad y a partir de ella, girando, el mundo muy propio de él, el que crea a partir de la curva, de la órbita, del círculo, de la espiral y la vuelta, hasta hacer fluir los símbolos icónicos de las emociones, ésas que reflejan soledad, tristeza, amor y muerte. No hay rectas, destrurían el marco conceptual sobre el que se construye la iconografía. Huye de lo convencional de la belleza, de arquetipos, de las perfecciones inmaculadas, para mostrarnos, igual que Picasso, que nuestra naturaleza ha nacido con signos de vejez y extinción, y por eso, su belleza se encuentra en el rostro de su propia fragilidad y miseria. Pintura del tiempo del fin sobre el tiempo de la angustia. Es nuestro retrato y un momento perenne de nuestra historia plástica queda grabado. ¿Serán nuestro odio a la mortalidad? Fascinante. |