Comentario realizado por: Gregorio Vigil-Escalera Alonso - 2007-01-12 00:00:00
Título obra: Horizonte 2 - ramoncastellano Esta obra nos remite al concepto de arte abstracto entendido éste como la pretensión de ser arte puro, absoluto, purificado de todo lo exterior. Es decir, siempre se le tuvo como una construcción introvertida que pretende una desobjetivación, una desaparición de las cosas, de los objetos tangibles, de los cuerpos. Maurice Denis decía que un cuadro, antes que un caballo de batalla, una mujer desnuda o cualquier anécdota, es esencialmente una superficie plana recubierta de colores dispuestos en un determinado orden, lo que se interpretó erróneamente como la consigna de este movimiento. Pues bien, Pascal Rousseau afirma que el objetivo de la abstracción no será tanto la desaparición del objeto como la reivindicación de la autonomía radical obtenida por sus propios ingredientes plásticos, la línea y el color. Pero ¿en qué se apoya para que esa plasmación conmueva la sensibilidad del que mira? Pues en experiencias de laboratorio que confirman la idea de que la reacción del individuo frente a las líneas y los colores es previsible, induciría a la conciencia a asociarlos con arquetipos emocionales. También hay otra teoría, basada en una idea platónica y simbolista, según la cual el mundo real no es más que un reflejo ilusionista de una realidad superior más esencial, cuyos signos, secretos estarían inscritos en la superficie de las cosas como si fueran jeroglíficos que el pintor debería descifrar para darlos a entrever mejor. Quizá todas esas aproximaciones sean válidas si bien lo cierto es que lo abstracto es fruto de un proceso de despojamiento de lo exterior, de un sistema de representación mimético hasta cierto punto, como resultado de la necesidad del hombre y del artista de ir al núcleo originario, de buscarlo, de penetrar en él después de muchos siglos concibiéndolo. Por eso, como en este caso, se postula la intensificación a través de la vibración del color, se busca el brillo mediante la densidad material de la luz hasta crear una superficie incandescente que nos deslumbra, que embriaga el ojo, que nos transporta por rumbos caleidoscópicos, firmamentos de lavas trepidantes. Sin embargo, después de un viaje de esta naturaleza y dentro de la ficción que supone este sistema de representación, nos queda la duda de su auténtica verosimilitud, si no es más que la cobertura adornada de un proyecto supuestamente engarzado con la esencia del hombre en su multidimensionalidad. |