EL ARTE Y SU REVOLUCIÓN UN CICLO VITAL QUE NO CESA NUNCA
29 de Noviembre del 2008 a las 02:54:33 0 Leído (733)
EL ARTE Y SU REVOLUCIÓN UN CICLO VITAL QUE NO CESA NUNCA
Cuando me enteré que estaba en marcha la publicación de “Genios y Figuras” gestionado y promovido por Ediciones Ecuador 21, de inmediato tomé contacto para hacer posible nuestra participación en este proyecto, recibiendo el beneplácito, con la sorpresa añadida que se me pidiera escribir unas líneas para este libro en representación del grupo “AMÉRICA CHILALA”, del que soy fundador y cuyo mecenazgo y dirección está a mi cargo; integrándolo pintores de diferentes países y de diversos estilos, donde cada uno conserva su identidad artística y su autonomía, peculiaridad de ser todos diferentes pero con algo en común : el arte.
Siendo la diversidad precisamente, la pauta a seguir en este compendio de arte, sin distenderme en el tiempo de la historia del arte, me dispensaré evocar pasajes y anécdotas de algunos momentos de cambio, para poder verter algunas opiniones sobre el arte en general, de tal manera que todos los artistas se sientan identificados, para ello tomaré como referencia vivencias de algunos pintores que nos legaron enseñanzas sobre el arte.
El arte, entenderlo supondría estar en la mente de todos y cada uno de los artistas; por lo que empezaré citando lo que decía Picasso en 1934 a Christian Zervos, historiador de arte, filósofo y catalogador de su obra: “Todo el mundo quiere entender en pintura. ¿Por qué no tratamos de entender también el canto de los pájaros? ¿Por qué amamos una noche, una flor y todo lo que rodea al hombre, sin tratar de entenderlo?... Los que tratan de explicar un cuadro se intrincan, la mayor parte de las veces, por un camino falso. Gertrude Stein me dijo hace algún tiempo, muy alegre, que por fin había comprendido lo que representaba mi cuadro tres músicos ¡Era una naturaleza muerta! ¿Cómo quiere que un espectador viva mi cuadro como lo he vivido yo? Un cuadro me viene de lejos; quién sabe de cuán lejos.... Yo lo he adivinado, lo he visto, lo he hecho, y, sin embargo, al otro día no veo ya, ni yo mismo, lo que he hecho. ¿Cómo puede penetrarse en mis sueños, mis instintos, mis deseos, mis pensamientos, que tanto tiempo necesitan para elaborarse y salir a la luz; sobre todo, para recoger lo que yo he puesto en ello?”
Picasso tenía razón, deseamos entender el arte, lo juzgamos, lo alzamos a los altares de la gloria o lo dejamos caer en el infierno del olvido. Pero la historia nos recuerda que el arte en algún momento ha sido soterrado por el que ha venido luego. El tiempo ha sido testigo de muchas muertes del arte. Picasso afirmaba: “El arte no es la aplicación de un canon de belleza, sino lo que el cerebro puede concebir, independientemente de un canon...No es lo que el artista hace lo que cuenta, sino lo que es. Cézanne no me hubiera interesado jamás si hubiera pensado como Jacques-Émile, aunque la manzana que pintó hubiera sido diez veces más bella. Lo que interesa es la inquietud de Cézanne, los tormentos de Van Gogh; es decir el drama del hombre, lo demás es falso”.
Lo que si parece cierto, es que no existe un canon universal de belleza, cada civilización, cada individuo, cada tiempo ha tenido su propio canon en el arte. No hay verdad única, el destino del arte no está en la integración a un sistema de valores estéticos, porque más tarde, al volver la mirada al pasado quizá se verá desdibujado, estará anticuado.
En este contexto y sin estar del lado de los modernistas que hacen un ataque furibundo al academismo y a la tradición, ni estar del lado de los puristas defensores a ultranza de la estética, romperé una lanza por los pintores que conviven día a día con la variedad y libertad de su propio talento, que son capaces de navegar los mares de la diversidad, para encontrarse, para encontrar el punto de inflexión en el arte y seguir renovándolo siempre.
Convencido de que después de esta publicación los artistas saldrán fortalecidos por la difusión del libro y alentados por el espíritu de promoción que “Genios y Figuras” logrará, haré algunas reseñas de algunos maestros del arte, para que sirvan de aliciente y reflexión en el cauce de cada destino artístico.
“Yo pinto lo que veo y no lo que otros acceden a ver”, dijo el joven Manet cuando aún era alumno del taller de Couture. Sin duda había nacido otra forma de ver el arte, el impresionismo; el impresionismo representó el nacimiento del arte subjetivo, lo que contaba ya no era lo técnico-académico, sino la personalidad del artista en la recreación de la obra, un estilo propio, único y específico. Ya no era el qué del motivo sino el cómo de su plasmación lo que decidía la importancia y el valor de una obra.
Vicent Van Gogh, encontró la verdad más allá de la belleza, no intentó pulir sus pinceladas, para él la técnica y el dominio del oficio sólo eran medios para llegar a un fin, sus obras, donde todo parece que está en movimiento. Cuentan que en vida sólo vendió un cuadro de su etapa madura, “Viñedo rojo” a Anna Boch, hermana de un poeta-pintor belga, cayendo luego en lo paradójico de “genio abandonado”. Sabido es que al fracasar como predicador se hizo pintor, su urgente necesidad de comunicación le llevó a realizar una serie desesperada de afirmaciones visuales, que después de su éxito inicial acabaron con él en el manicomio, antes se habría seccionado el lóbulo de la oreja; luego su suicidio fue la culminación de una tragedia cuyos intentos por encontrarse a sí mismo terminaron con su propia destrucción.
Para Paul Gauguin no había arte sin historia, se empecinó en poner patas arriba su vida en la búsqueda del paraíso perdido; no sólo fue un grandísimo pintor, fue actor de la leyenda de su propia vida, obra que mejor interpretó; se calificó a sí mismo de bárbaro, de salvaje para que no le creyeran, a la vez fue capaz de equilibrar la composición sometiendo a la línea al ritmo armónico de grupos de figuras, revelando rasgos del simbolismo poético de la época, pero se decantó por la representación de sensaciones y emociones que bien sabía hacer sólo a través de la línea, la forma y el color. En 1902, su amigo Daniel de Monfreid le dijo: “No debes volver, ahora gozas de la inmunidad de la gran muerte…Has pasado a la historia del arte”, al año siguiente murió como un indigente.
El arte puede ser gloria y un camino incomprendido, no se detiene, sigue andando, eso mismo pensarían los fovistas encabezados por Matisse, cuando empezaron a utilizar los colores como “bombas” que descargaban luz. La luz ya no está apagada, sino que se libera en la interacción vibrante de las superficies brillantemente coloreadas. Diría Matisse: “Mi sueño es un arte de equilibrio, de pureza y serenidad, desprovisto de temas inquietantes o depresivos, un arte…sosegante…”. Época dorada para el arte, donde se dieron muchos genios de la pintura y del arte en general, pero los tiempos pasan y volvemos al comienzo, a la creación, a lo moderno.
A lo largo del tiempo muchas veces se ha hablado de arte moderno, ya en 1900, en la exposición universal de París, se tuvo ante los ojos un ejemplo del lenguaje formal de arte nuevo, conocido como art nouveau en Francia, modern style en Inglaterra y jugendstil en Alemania. El nombre es ya de por sí una declaración de principios, encarna la frescura despreocupada de la nueva corriente artística que pretendía acabar con la “mascarada estilística” del arte antiguo, por toda Europa se hizo tabla rasa del arte Victoriano en Inglaterra, Guillermino en Alemania y del Napoleónico en Francia.
La calma después de la tormenta, la acción es igual a la reacción, este axioma de la física se podría emplear también al arte. Hemos visto como Cézanne intentó salvar la forma de la completa desintegración en puntos de la pintura impresionista. Los Fovistas se preocuparon principalmente de liberar el color, usándolo en su máxima pureza y brillo. Los expresionistas de sacar a relucir los sentimientos más íntimos, de exorcizar sus fantasmas, llegando incluso a la destrucción de la forma. La reacción llegó con el cubismo, en que no primaba el sentimiento sino la razón, las dos tendencias opuestas tenían algo en común la eliminación de los efectos. En lugar de engañar al ojo, los expresionistas y los fovistas buscaban la verdad subjetiva en el color y los cubistas la buscaban en la forma sin recurrir a la ilusión de la perspectiva. El cubismo ante la ansiedad y la crisis de fe, no proclamó el retorno a la naturaleza como forma de salvación, se dispuso a crear un nuevo orden, a partir de entonces sobrevinieron una serie de avances y signos silenciosos abriéndose paso en la tela de araña del arte, dando origen a una nueva modernidad como si de un ciclo se tratara.
Sin duda, la revolución más radical en la pintura desde el renacimiento la puso en marcha un apasionado joven rebelde Vasily Kandinsky, discutir si fue él o no el inventor de la pintura abstracta es inútil; la escena artística a partir de entonces inicia un nuevo ciclo, la pintura como necesidad interior. La época estaba preparada para un arte de signos y símbolos en un mundo que cada día se volvía más complejo. Su obra fue el preludio de la transición que empezó en lugares diferentes, con él en Munich, Delaunay y Kupka en París y Mijai Larionov en Moscú.
Luego el arte se trasladaría de París a Nueva York, dando un nuevo giro en su andadura, nacerían nuevas corrientes y otros precursores, como Jackson Pollok, Willem de Kooning, Mark Rothko, y otros más
A través de la historia, el arte ha sufrido grandes y pequeñas revoluciones silenciosas, que han ido jalonando nuevas tendencias, que han ido relevando unas a otras. Los ejemplos citados son una muestra que el arte está vivo, que se renueva, que se mueve, que va y viene en una espiral que se reinventa; el arte es una célula viviente que va de parto cada día, para que las nuevas generaciones tengan un referente, tenga sentido la creación. El arte y su revolución es un ciclo vital que no cesa nunca.
En esta publicación, donde la variedad de artistas cuyos méritos son de sobra evidentes, podremos adentrarnos en la diversidad de sus actores y sus diversos universos puestos de manifiesto en cada creación, con el añadido de que se han incluido artistas laureados y artistas emergentes, para que la experiencia del camino recorrido y el camino por recorrer les abra las puertas para seguir explorando las infinitas posibilidades que el arte posibilita, sin tener en cuenta las limitaciones que da el tiempo y el espacio.
Después de haber hecho reminiscencias de algunos genios de la pintura, y con el convencimiento que en los artistas seleccionados en el libro hay talento suficiente para triunfar, auguramos a “Genios y Figuras” éxito en su cometido, una obra que servirá de referencia y ayuda para aficionados, expertos y profesionales en la materia, una herramienta de consulta a través de sus protagonistas, complemento idóneo a otros libros de arte, ya que la riqueza de información que contiene es de primera mano, intimista y muy próxima en el tiempo y su actualidad artística.
Un libro que es un compendio de variedad y multiculturalidad, que acoge todas las posibilidades de la creación pictórica, incluyendo además escultura, donde podemos encontrar lo destacable de cada pintor, recogido en datos biográficos y trayectoria profesional, comentarios a las obras y algunas pinceladas del pensamiento artístico.
Finalmente felicitar a los gestores de esta brillante idea, ya que este libro no sólo es una aproximación en el juego pictórico y sus protagonistas dentro de su variedad, sino, que supone un trabajo meditado, concienzudo, de lectura ágil, un acopio de diversos pintores, sus técnicas, su pensamiento y creación artística.
Jorge Ernesto Ibáñez Vergara
Poeta, Promotor y Crítico de Arte.
*Este artículo fue publicado como prólogo en el libro de arte “Genios y Figuras”, publicado en Enero del año 2008.
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