Acerca de Klimt.
01 de Octubre del 2012 a las 16:54:46 0 Leído (655)
Hola a todos.
Les cuento que en próximos días estaré lanzando mi primer poemario publicado, que titulé "Klimt para ti", y que, en parte, se basó en una relectura de las obras de Gustav Klimt más queridas.
Como introducción al libro, mi editor me pidió que escribiera una reseña sobre el pintor y mis razones para hablar sobre él, y de ahí salió este texto que quiero compartir con ustedes.
Espero que les guste y me cuenten.
Un saludo,
Laura Gabriel.
Gustav Klimt (1862 - 1918) es quizá el pintor austriaco más reconocido de principios del siglo xx. Su obra se caracteriza por la presencia de elementos altamente simbólicos, por el erotismo de sus mujeres, que se hace más explícito en sus dibujos a lápiz y esbozos, y por una marcada influencia del arte decorativo y el trabajo manual –su padre trabajaba como orfebre–, que ha permitido –incluyendo diseños especiales que realizó para la casa de modas de su amiga Emilie Flöge– utilizar sus diseños en objetos artesanales, joyería y vestidos. Sus pinturas atravesaron la historia del arte moderno, pasando por las alegorías, en obras como Filosofía, Medicina, Tragedia o Amor, en muchas ocasiones casi fotográficas; la época dorada de sus obras más reconocidas, como El beso o el Friso Stoclet, donde está el famoso Árbol de la Vida, hasta su incursión en el impresionismo –grandes paisajes, jardines y árboles–. Como miembro y fundador de la Secesión vienesa, quiso hacer realidad la visión de arte total de Wagner, en donde confluyeran música, arquitectura, decoración, pintura y literatura y, como parte de esta reflexión, queda, entre otros, su Friso Beethoven, en el que cada uno de los elementos míticos presentes contribuye a la comprensión del camino simbólico del artista y las luchas humanas contra las furias y los miedos interiores, así como la búsqueda de la luz o una razón espiritual, un “abrazo al mundo entero”.
Una lectura panorámica de su obra permite encontrar, entre otras muchas cosas, una búsqueda paradigmática de las relaciones entre el hombre y la mujer, que en Klimt cumple la tarea de eje simbólico y problema concreto, formal, en la pintura. De la observación de las mujeres klimtianas surge la pregunta por aquello que resulta más amado y más desconocido en el otro, y de la Adele Bloch-Bauer avistada entre el oro, o los cuadros donde se ven apenas rostros de mujeres rodeados de colores y adornos, pasa a la ya conocida femme fatal, revelación de una suerte de Lilith bíblica, como la Verdad desnuda, Dánae o Judith con ojos entrecerrados. Sus mujeres comúnmente pelirrojas y sugerentes, las ondinas acuáticas, medusas y mitos femeninos, recuerdan también el paso del tiempo, la muerte que persigue, como es el caso de Las tres edades de la mujer.
Las mujeres de Klimt se caracterizaron por su fatalidad: cabellos ondeantes, ojos en éxtasis, poses sensuales... Fatales para el observador masculino, ¿qué piensa la propia mujer de verse así? Gustav era un “bandido”, en palabras de una amiga querida, pero amaba a la mujer: una postura feminista que podría poner a Klimt como un fabricante de mujeres-objeto-sexual me parece tonta, al contrario, recorrer su obra permite reconocer a quien se pregunta por las mujeres, y años después la misma Adele será vista entre flores y jinetes coloridos. Entre los críticos de Klimt, hay quienes piensan que su estudio sobre la mujer lo habría llevado a la culminación del amor total, erótico y dulce, como parece insinuar uno de sus últimos cuadros inacabados, Adán y Eva, en el que esta nueva Eva contempla con una mirada distinta a los espectadores...
Klimt se hizo famoso por sus pocos pronunciamientos sobre su obra y el arte en general, y la ausencia total de escritos al respecto, que ha permitido una gran variedad de interpretaciones de su obra. Solo una frase parece decirlo todo: “Todo arte es erótico”. En este sentido, el tema de las relaciones humanas, el amor, se deja explorar desde el cambio progresivo en la representación klimtiana del hombre y la mujer, y el motivo recurrente del beso y el abrazo. La masculinidad es representada constantemente con rigidez, los colores oscuros y las figuras geométricas, como cuadrados y líneas impositivos, mientras la feminidad es curvilínea y espiralada... Las pinturas de Klimt que escogí para este poemario han llamado mi atención especialmente y hacen parte de unas observaciones y exploraciones de años –vinculadas mis emociones y mis cortos conocimientos de pintura– en el asunto, hasta el peligroso deseo de involucrar al pintor con la vida misma del espectador-vidente-crítico de su obra.
En el recorrido de los amantes de Klimt pasamos por Amor, donde hombre y mujer llegan al instante anterior al beso, él, a mi modo de ver, fantasmagórico, y ella, la mujer con vida. Amor parece traer consigo esa idea del espíritu y la carne en oposición –en cierta época mi propio dolor se hizo evidente en mi observación del cuadro y dije: “El amor es intocable/ no llega nunca al beso./ La máxima expresión de la totalidad de los objetos/ sólo llega hasta el momento anterior”–. El beso es algo demasiado sublime en esta alegoría para ser representado. De hecho, pareciera que el beso es muy puro, aún significa demasiado como para que el pintor lo quiera plasmar. En el famoso Beso, la relación se establece entre una mujer cuyos pies están a punto de salirse de la primavera y un hombre que busca, sin lograr, sellar el símbolo del amor. A veces me parece que la mujer retira su boca con intención un momento antes, y ese hombre dominante de cuadros negros no puede robarle sus labios así la tenga arrodillada y atrapada... Si dejara poner de pie a la mujer encontraría, quizás, que ella es más alta y soberbia. En el Abrazo al mundo entero, un hombre Sol y una apenas dilucidada mujer detrás de él parecen buscar la compenetración total. El abrazo de La satisfacción en el Friso Stoclet hace parte de este grupo y allí pervive esta relación, probablemente más equilibrada, búsqueda de una unión entre el amor espiritual y el amor erótico...
El encuentro, el beso, la historia del amor de dos seres que pueden por fin comprender, con intentos a veces infructuosos, discusiones, inestabilidades, cotidianidad, deseo, rabia y cariño, cómo se construye una relación. Ver esto en Klimt me permitió buscar, encontrar, e intentar escribir. Eso fue lo que quise hacer. Una historia con Klimt a bordo, para contar en poemas.