El arte digital abarca una amplia gama de disciplinas creativas en las que se emplean tecnologías digitales tanto en el proceso de producción como en la exhibición de las obras. La incorporación de ordenadores en la industria visual desde las últimas décadas del siglo XX ha llevado a una expansión significativa en su uso en áreas como el cine y la televisión.
Un punto de partida en la historia del arte digital se encuentra en 1953, cuando el matemático y artista local Ben F. Laposky presentó la primera obra generada con un ordenador en el Sanford Museum de Cherokee, Iowa, EE. UU. Laposky utilizó un osciloscopio para crear representaciones visuales de señales eléctricas, dando lugar a patrones en blanco y negro. Este momento pionero anticipó la evolución del arte digital antes del surgimiento de internet, la proliferación de ordenadores personales y la creación de smartphones.
La revolución tecnológica ha transformado la comunicación, la información, las relaciones y, posiblemente, nuestra percepción misma de la vida. El arte no ha sido ajeno a esta metamorfosis. La directora general del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), Judit Carrera, destaca que la revolución digital es la transformación más significativa que ha experimentado el mundo de la cultura en décadas. Ha alterado la forma de crear, acceder y distribuir conocimiento, así como la manera en que los artistas imaginan su obra.
A lo largo del siglo XX, formas artísticas como la fotografía y el videoarte se integraron gradualmente en las salas de museos junto a la pintura y la escultura. En la actualidad, los formatos en los que se presenta el arte se multiplican y vuelven más difusos, al igual que se vuelven más accesibles. La tecnología no solo ha sido un soporte para el arte, sino que también ha permitido que más personas tengan acceso a formas de expresión que antes eran más elitistas.
El impacto de la tecnología en la mente del artista es evidente. La revolución electrónica y la aceleración tecnológica han influido en cómo los artistas contemporáneos crean y eligen presentar su trabajo. La conexión con el mundo algorítmico del big data se ha vuelto esencial para algunos artistas, como Daniel Canogar, quien busca hacer visible lo intangible del mundo digital a través de instalaciones que dan forma visual a la información procesada.
Además, la influencia de la tecnología no solo afecta al medio y la forma de la creación artística, sino también a las tesis y reflexiones que los artistas expresan en sus obras. Las nuevas tecnologías impactan en aspectos políticos, sociales y culturales de la vida, generando la necesidad de reflexionar sobre cómo estamos conectados y cómo se nos distrae de ciertos aspectos importantes.
El exceso de información en la era digital también influye en la expresión artística, generando una sensación de impotencia y llevando a algunos artistas a trabajar con materiales reutilizados y obsoletos, como una forma de representar el exceso y la sobrecarga de datos.
En un mundo en el que los artistas adoptan formatos audiovisuales e interactivos, los museos se enfrentan al desafío de transformar la noción de público. La relación entre los museos y el público se vuelve más horizontal, y las exposiciones ya no están limitadas a un espacio físico, sino que continúan fuera de las paredes del museo. El museo del futuro se basa en la experiencia y debe ser un ensayo colectivo en constante construcción.
En resumen, el arte digital ha evolucionado junto con la revolución tecnológica, alterando la forma en que se crea, presenta y consume el arte. Ha llevado a la aparición de nuevas formas de expresión y ha planteado reflexiones sobre la relación entre la tecnología y la creatividad humana, así como sobre el impacto de la tecnología en nuestra sociedad y cultura