Berlín se rebela contra la marginación política del arte no comercial
21 de Octubre del 2011 a las 14:01:05 0 Leído (127)
En septiembre de este año, como prólogo a la próxima Bienal de Berlín, apareció un periódico bilingüe a gran formato en todos los espacios de arte de la ciudad de Berlín con el título de 'P/act for Art' ('Pacto para el arte'). El diario plasma en veintiocho páginas un agitado debate en torno al descuido con el que el gobierno berlinés trata uno de sus mayores atractivos: la creación, exhibición e intercambio artístico no comercial. En este manifiesto escriben hasta cuarenta y nueve profesionales del sector, incluyendo aquellos que trabajan con producción alternativa e instituciones públicas como Gabrielle Horn, directora del reputado KW (Instituto de arte contemporáneo de Berlín), quien advierte en su artículo contra los peligros de la "creciente comercialización del arte y la cultura".
Esta tendencia se manifestó en verano más elocuentemente con la colectiva "Based in Berlin", iniciativa ideada por el alcalde de la ciudad (el gobierno de Berlín carece de consejero de Cultura, siendo el propio alcalde quien ejerce este cargo ocasionalmente), que despertó los ánimos asociativos del sector, dando origen a una carta firmada por dos mil quinientos profesionales y a la creación de una plataforma de debate llamada 'Haben und brauchen' ('Tener y necesitar').
La carta, dirigida al alcalde, critica dedicar 1,6 M. de Euros a una actividad puntual cuando el presupuesto anual de Berlín para todos los espacios, artistas y proyectos no llega a los cuatro millones. También cuestiona el gasto excesivo en un esfuerzo de pobres resultados mientras la ciudad sufre la más alta tasa de paro del país. Destaca que se desconozcan cómo se han gastado estos 1,6 M. de Euros y valora pobremente exhibir exclusivamente a artistas "jóvenes". Igualmente, alza la voz contra una propuesta que busque elevar el coste del suelo en una zona: el arte no debe especular, ni mucho menos servir intereses electorales.
De "Based in Berlin" y otros problemas directamente asociados al desarrollo social y urbanístico de la capital alemana desde la caída de su Muro, trataron más de cien interlocutores en la última reunión de "Haben und brauchen". Su mayor preocupación no sólo concierne al apoyo económico, sino que también insisten en señalar la responsabilidad social y política del arte. Una representante de la Fundación del Ministerio de Cultura, encargada de gestionar subvenciones, apuntó: "tenéis que presionar como lobby. No sabéis lo bien que lo hacen otras plataformas, como la de los Teatros, por ejemplo. Cada vez que se quejan, me echo a temblar". Sin embargo, Kerstin Kage, una de las presentes en la reunión y portavoces de otra plataforma llamada 'Netwerks freier Projekträume und Initiativen', explica que "no se trata de actuar egoistamente a la hora de hablar con nuestros interlocutores políticos: si pedimos mayor apoyo queremos ser cuidadosos. No deseamos perjudicar a otros colectivos.?
Esta 'Red de espacios-proyecto e iniciativas independientes' lleva reuniéndose desde 2009 para intentar dar respuestas a los interrogantes surgidos desde la ciudad y su vida artística. Engloban sobretodo a espacios denominados 'Proyecto' (Projektraum) e iniciativas heterogéneas cuyos esfuerzos van más allá del ejercicio expositivo o la inauguración con vino pues, además, organizan debates, diálogos, talleres, encuentros, publicaciones, y acciones para la reflexión. Una de las voces más activas en esta plataforma es Christian de Lutz, director del celebrado Berlin Art Laboratory. Entre sus dos salas se han podido contemplar los proyectos editoriales de Sol LeWitt; la colectiva multimedia "OFF FENCE. Arte sobre la frontera California-México"; o la instalación educativa "Seized", basada en la detención errónea por el FBI del especialista en bio-arte, Steve Kurtz.
Christian explica que el apoyo institucional a los espacios no comerciales se limita a la subvención ocasional de proyectos, pero que pagar la luz, el alquiler o la pintura de las paredes corren totalmente por cuenta de cada espacio. "Aún así, hemos logrado poner en marcha muchos proyectos interesantes de calidad" -dice De Lutz-, quien además critica que exponer en condiciones "chapuceras" sea una característica celebrada en la ciudad. "El problema en Alemania -añade- es que el sistema de subvenciones está caduco, es a base de enchufes y hay mucha ignorancia. Sólo se otorgan ayudas a espacios establecidos, normalmente famosos en los 90, que exhiben un arte de hace décadas; lo que es pésimo para la innovación artística".
La Red ha mantenido dos reuniones con un asesor del alcalde sin aún resultados precisos sobre lo que la ciudad necesita y cómo el sector artístico puede contribuir. "No tenemos muy claro si los políticos entienden qué es arte contemporáneo -confiesa Kerstin-, pero hay que ayudarles". Tampoco han perdido el tiempo: asesorados por una funcionaria del parlamento berlinés, han mantenido una mesa redonda con todos sus partidos políticos y elaborado un documento de intenciones hoy a disposición de responsables, prensa y público en general. Llama la atención la postura de las galerías comerciales, desvinculadas del debate: "No saben lo que es un espacio contemporáneo no comercial; les suena a chino", comenta Kerstin.
Quien sí ha demostrado conocer el papel decisivo de todos estos espacios e iniciativas para Berlín es Artur Zmijewski, director de la próxima Bienal. En el editorial del periódico, Zmijewski anuncia que la convocatoria tendrá esta vez un marcado carácter político: "La Bienal no debería preocuparse por cifras de visitantes y sí de algunos de los problemas de los espacios expositivos. Nosotros queremos y debemos formar parte de todos estos debates". Además, el director pide un pacto global entre el sector y las instituciones. Una declaración de intenciones recibida con entusiasmo especialmente al expresarse en el marco de la propia Bienal y en un periódico que, curiosamente, es financiado en su totalidad con dinero público. Sin duda, un hecho que contribuye a la continuidad del proceso reflexivo y quizás a un futuro más enriquecedor para la ciudad. Por Lara Sánchez, Berlín.
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