carlos alberto vasquez rey
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John Baldessari

05 de Febrero del 2010 a las 15:08:09 0 Leído (296)

Es uno de los artistas norteamericanos más influyentes y respetados y por sus clases han pasado nombres como Matt Mullican o Tony Oursler. A sus 79 años, John Baldessari sigue desarmando la idea de arte. Con motivo de su gran retrospectiva en el MACBA de Barcelona, que abre sus puertas el próximo 10 de febrero, el prestigioso crítico y comisario Hans Ulrich Obrist ha hablado con el artista para El Cultural.


Una epifanía es una fuerte revelación, la aparición inesperada de una buena idea que, bien resuelta, puede conducir a una nueva etapa. En eso pensaba al visitar la exposición retrospectiva de John Baldessari en la Tate Modern de Londres que llega ahora al MACBA. La exposición estaba llena de epifanías. Después de haber tenido con el artista tantas entrevistas, pensé que esto le podría dar un nuevo enfoque a la conversación. Es muy diferente a todas las anteriores. Lo podríamos llamar la Epifanía de John Baldessari.

-Me gustaría empezar hablando sobre la exposición que va a presentar en Barcelona y sobre las epifanías que hay en ella. ¿Cuál diría usted que es su primera epifanía, cómo comenzó todo?
-La primera epifanía fue la decisión de convertirme en artista. Empecé a dar clases en una escuela pública y pintaba los fines de semana aunque yo quería ser un trabajador social, porque me parecía que el arte era una forma de masturbación y no ayudaba a nadie. Enseñando a esos jóvenes me di cuenta de que ellos tenían mayor necesidad de arte que yo, por lo que me dije que tendría que estar haciendo algún bien, así que decidí continuar con el arte.

-¿Cual diría que es su primer trabajo válido, el primero que se pueda catalogar?
-Tal vez esas primeras pinturas. Nunca se incluyeron en las exposiciones que realicé hasta que el comisario Rainer Fuchs, en la exposición retrospectiva en Viena en 1996, decidió incluirlas. Y parece que funcionó. Creo que ese podría ser un buen comienzo.

Inicios en San Diego
-Sí, sus primeras pinturas son muy estimulantes. Fue una gran revelación verlas en Londres. ¿Cuáles fueron sus héroes en aquel momento?
-Yo diría que mis verdaderos héroes eran Duchamp y John Cage. También el trabajo de Jasper Jones y de Warhol.

-Cuando realizó esas pinturas vivía en la misma ciudad que Tom Waits. Compré The Little Back Songbook después de nuestro último encuentro, cuando me sugirió que le entrevistase. Me gustaría que me comentase algo más sobre él.
-Entonces vivíamos en la base naval de San Diego y, aunque venían muchos soldados a la zona, aquello era un gueto. Nunca llegué a conocer en persona aTom Waits, pero mi padre era el dueño de un edificio donde había una pizzería, en National City, en la que él trabajó. Cuando me trasladé a Los ángeles me enteré de que él también vivía allí y conseguí su número de teléfono. Le pregunté si esas historias eran verdad y él se rió. Recuerdo hace algunos años una entrevista en Vanity Fair, en la que le preguntaban por el momento más feliz de su vida, a lo que él respondió que fue cuando trabajaba en una pizzería de National City.

-Es fantástico, casi podría hacerse una canción.
-Sí, me encantaría colaborar con él en algún proyecto.

-En National City, volvió a tener dudas sobre su dedicación a la pintura, lo que nos lleva a su segunda epifanía...
-Fue casi al mismo tiempo que la primera. Estudié en un colegio de arte poco interesante de San Diego, donde los profesores no eran artistas. Mientras daba clases en la escuela pública, buscaba cursos de verano en la universidad de Los ángeles. Se anunciaba entonces un curso impartido por un artista muy conocido allí, Rico Lebrun. Sus clases siempre estaban llenas. Me dije: “Vaya, ¡ese es un artista de verdad!”. De modo que me fui a Los ángeles y me apunté a su curso. De vez en cuando se acercaba y me miraba mientras yo pintaba. La última charla que dio fue sobre uno de mis cuadros, lo cual me dejó perplejo. él me dijo que debería considerar convertirme en artista. Eso era todo lo que necesitaba entonces, que alguien me dijese que me debería dedicar a la pintura, y así lo hice.

Muerte de la pintura
-De modo que él fue un catalizador. Su encuentro con él fue su segunda epifanía. ¿Cuál sería la tercera?
-Cuando me di cuenta, aunque fue poco a poco, de que el arte era algo más que la pintura.

-¿Fue entonces cuando empezó a quemar y destruir las pinturas?
-Sí. Por aquel entonces mi estudio era un cine vacío que pertenecía a mi padre. Lo usaba mientras no lo alquilaba. No vendía nada, así que cada vez tenía más cuadros. Me dije que si seguía pintando nadie sería capaz de encontrarme y me quedaría enterrado bajo todos mis cuadros. Así que decidí que no necesitaba guardarlos, ya que los tenía fotografiados. Me propuse reducirlo todo al máximo, hacer miniaturas de los cuadros y enviarlas a mis amigos escondidas debajo de los sellos, como en las películas de James Bond, pero era demasiado trabajo. Así que decidí quemarlos. En cierto modo era como quemarme a mí mismo. Así nació Cremation Project.

-Después de eso, podemos decir que llegó la cuarta epifanía.
-Fue el momento en que lo hice público. Visto con el tiempo no sé si aquella acción podía considerarse como “arte”. Quizás ahora parezca una tontería pero en aquel momento sentí que era lo que tenía que hacer. Los pigmentos salen de la tierra, se convierten en pinturas y ahora los estaba devolviendo a la tierra. Es como un círculo eterno. Lo hice público mediante una notificación legal en el periódico.

Imagen, texto y Europa
-En la invitación para la exposición en el MACBA hay una frase suya que dice: “Desde mi punto de vista, una palabra no puede sustituir a una imagen, pero es igual a ésta. Se puede construir con palabras del mismo modo que se puede construir con imágenes”. Se podría decir que esto es lo que ha comenzado a hacer ahora, ¿verdad?
-Sí, en efecto.

-De modo que esto sería la quinta epifanía. ¿Cuál sería la sexta? Esto es como un juego...
-La sexta fue mi presencia en Europa, mis primeras exposiciones allí, donde dejé de ser un artista local para tener una audiencia mucho global. Fue fantástico. Conocí a muchos artistas, especialmente de Alemania.





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